Existencia

Hoy no voy a escribir un relato… Bueno, más bien es uno de aquellos que no suelo hacer.
Ayer, los vientos de esos que llamamos del: destino, coincidencia o Dios, me llevaron nuevamente a un hermoso invernadero fuera de esta ciudad. Hace años que no me acercaba a ninguno, pero la verdad es que he deseado desde hace tiempo una hermosa planta de “Blueberry” (mora azul).
Mientras la empacaban y paseaba en las húmedas veredas de ese verde y hermoso lugar, recordé aquellos años en que yo era él que en un lugar similar: regaba, cultivaba y sembrara todo tipo de flores y plantas; en un tiempo de esa inmensa aventura que yo he llamado “mi existencia”.
Ya en el autobús de regreso a la ciudad; al mirar por la ventana el recuerdo de la próxima celebración de lo que llamamos “Día de la Candelaria”, me llevó a recordar varias de las recetas de “tamales” que aprendí a través de varios años en cocinas diferentes de los pueblos de este país. En un tiempo en el que la palabra Chef era como me conocían.
Ya estando en mi casa y observando el librero, al mirar de frente ví mi libro “Azul: Un Amigo en el Camino”; fue entonces que vinieron a mi mente esos años en las costas, cuando observaba a los marinos, pescadores y demás. Como es que no envejecían, solamente es que entregaban a los mares sus años, como intercambio de una vida en plenitud. Esperando que algún día yo pueda también acompañarlos.
Fue así que después de varias horas de recuerdos de extraordinarias aventuras fue que algo en mí se reveló.
Sin quererlo descubrí la razón de esta existencia; fue en aquellos sueños de escritores que dejaban el espíritu y el alma de aquello que vivían en las hojas de sus libros, y que me mostraron el camino a seguir.
Yo respeto a los que viven enterrados en los libros y hacen obras maravillosas, pero la verdad es que esa forma no fue hecha para mí. He buscado encontrar mí propio avión; como aquel en el que Antoine de Saint-Exupéry creo al “El Principito”, y en el que también desapareció.
Ahora sé que esta vida a forjado al “escritor”, o más bien el escritor dentro de mí ha forjado esta vida. Solo entiendo que no existe ya más nada para mí, que el vivir para la próxima aventura, y que está cree un nuevo relato, la novela o el libro de cocina, no lo sé.
Ahora entiendo por qué no puedo existir como aquellos que hoy escriben; como me asfixian las pequeñas mesas, las “tacitas” de café, y la laptop encendida. Ahora entiendo mi hastío al oír la verborrea inagotable en las grandes y suntuosas librerías. Quiero las lecturas en el bosque; la imponente voz y la teatralidad en los relatos de aventuras alrededor de las fogatas; o el divagar de los ilustres, atacados por la fatiga de las madrugadas y el alcohol.
Es la vida que se puede acabar antes de terminar este relato, o tal vez durar otros 100 años, no lo sé, no me importa. Es la existencia en lo incierto para muchos, tal vez también para ella, a la que he amado tanto. Pero extrañamente y aunque no me lo crean; esta forma de vivir, es lo más real y certero que para mí puede existir.
Gabriel Soberanis