Niña

enero 6, 2018 0 Por Gabriel Soberanis

Nina
Ahí está, como desde hace algún tiempo; orgullosa y algo altanera, aparentemente segura de sí misma. Logra engañar a la mayoría aunque no a todos, no a los que pueden ver más allá de esta máscara, y mucho menos a “ella”.
Tiene miedo, casi pavor de voltear y saber lo que verá; una niña, no la imagen pequeña de la infancia, sino aquella que ella solía ser hace muy poco y, que de vez en cuando, aún parece que puede regresar.
No puede ser, se lo repite secretamente una y mil veces; ha madurado, esa es su justificación, aunque ella sabe que no es la realidad. Es la fascinación que ha encontrado en un mundo hasta este momento desconocido, un mundo lleno ínfulas, pretensiones y arrogancia, y el cual no acepta la natural honestidad que ya casi no existe en ella.
La idolatría pasajera, la ha vuelto arrogante; hablando y actuando más allá de sus capacidades, siempre justificada por los halagos hipócritas y doctrinales de aquellos que por el momento la admiran.
Solo hay algo que le molesta, algo que no le deja disfrutar esta nueva vida; aquella niña, esa que le pide a gritos que regrese y no abandone lo que solía ser; aquella niña que la confronta cada vez que mira al espejo, aquella que necesita desaparecer, porque es demasiado auténtica para su nueva y falsa realidad. La que llora con amarga pena, porque sabe que negarse a lo que alguna vez fue acabará por destrozarla.
Hoy, ella es “feliz”; hoy todos la “aman” y aparentemente la escuchan, le dicen lo que quiere oír, no importando que tan acertado o equivocado sea. Hoy se regodea en su inopia; cree tener la razón en todo, y sus devotos lo confirman.
Mientras tanto, aquella niña, esa que vive dentro de ella, esa que era su alma; grita, destroza el espejo, con llanto y desesperación silenciosa le ruega no olvide… Tristemente ella ha dejado de escuchar.
Por el momento, su luz es brillante y su voz es escuchada; pronto los años harán su trabajo, su tiempo pasará y su belleza menguará, o simplemente dejará de existir; pasará de la novedad a la costumbre, y las falencias de su boca ya no serán justificadas, ya no habrá quien la proteja, finalmente estará sola.
Ahí, en ese instante, ella buscará lo que fue; esa niña de honestos ideales y deseos sencillos. Esa que, tristemente, habrá dejado de existir para siempre.
Gabriel Soberanis
@soyelflamer