La Mañana Siguiente
Mientras te miro, puedo verte como desde hace algún tiempo, ausente; no de mí, sino de tu propia identidad.
Paulatinamente, fuiste cediendo, absorbida por la demanda del entorno que juraste nunca te cambiaría. Triste y desgarradoramente, se ha marchado, o más bien, ha desaparecido aquella persona a la que he amado tanto.
Un día tomé un riesgo, y aun sabiendo que éramos demasiado distintos y que “ellos” influían demasiado en tu vida, aun así fuiste alguien por quien valió la pena apostar. El principio fue hermoso; ideas y propuestas contradictorias, actitudes de franca rebeldía que contrariaban aun a los más cercanos a ti. Me hacías sentir libre, feliz y orgulloso.
Pero… De la misma manera que la gota de agua con el tiempo erosiona a la más sólida de las piedras; el medio que te rodea ha terminado por quebrar y sepultar a un ser maravilloso. Al principio, solamente pareció un ejercicio de cordialidad; ceder “un poco”, mantener a todos contentos. Después, la cordialidad se convirtió en obligación, y el gusto de sentirte aceptada por la mayoría y no ser juzgada ha terminado por que te rindas ante la voluntad de los demás.
Yo no dije nada, no pude… No puedo. Me lo prometí cuando te encontré; estaría contigo, te acompañaría, pero jamás sería como “ellos”, nunca buscaría cambiarte.
En mi desesperación, en un primer y último intento, de la manera más sutil te lo he preguntado; aunque obviamente la respuesta la conocía ya de antemano. “No he cambiado”.
Esta noche continúo mirándote; cuando veo lo que tus manos o tu boca esporádicamente aún pueden expresar, deseo arrepentirme, pero sé que esto es irreversible. No es culpa de nadie, y si lo es, lo acepto, es mí culpa. Creí que podrías ser como el salmón que nada contra la corriente, pero no fue posible, fue demasiado desgastante para ti, y lo lamento.
Mañana, cuando amanezca, desapareceré de la misma forma que ese día aparecí en tu vida; sé que me cuestionaras y culparas, me convertiré en el villano, en el traidor, pero no importa. Mañana por la mañana me iré; pero no me iré solo, porque lo que fuiste, siempre vendrá conmigo.