Una Canción de Amor

noviembre 1, 2017 0 Por Gabriel Soberanis

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Aún sigue ahí, en el mismo lugar; tocando como cada día, esperando lo que “todos” los que han decidido tomar este camino sueñan.
No sé si se ha resignado y solamente continúa por la fuerza de la costumbre, aunque eso plantearía la pregunta más fundamental. ¿Para qué seguir entonces?
Cuando lo conocí, eran 2; una pareja con sueños similares, de reflectores, reconocimiento, fama y tal vez “amor” al arte.
En un mundo con demasiadas personas buscando el mismo destino, es difícil afirmar quien tiene el “talento” necesario o la “chispa,” esa que diferencia a unos de otros. Lo cierto es que, a pesar de enfocarse con gran intensidad y esfuerzo, ella empezó a sobresalir mientras que él, simplemente no pudo hacerlo.
Él, nunca se aprovechó del éxito creciente de ella, y mucho menos pidió ese “favor” especial para tratar de alcanzarla. Podría pensarse que fue un acto de soberbia; pero en su defensa, solamente quería ser lo suficientemente bueno para ella, ser por sí mismo el gran artista que pudiera acompañarla, y no solamente el que fuera una carga.
Creo que en ocasiones, se ha preguntado porque no pudo sobresalir; los documentales y biografías le habían enseñado que todo aquel que se esfuerza lo suficiente y trabaja muy duro, termina por ser exitoso y llegar hasta donde quiere, y él, verdaderamente lo intentó mucho.
Hoy, ya no están juntos; ella alcanzo cierta notoriedad y cada día parece que se acerca más a la meta que ambos se impusieron. Él, como lo comenté, sigue ahí, cantando y luchando. De un lado para otro, tan inexistente, como él primer día que lo vi. Nunca hubo envidia o rencor, simplemente sus caminos se habían separado demasiado.
Me gustaría decirle que no luchó lo suficiente, que fue perezoso, que no fue atrevido, que no fue inteligente; que jamás se esforzó lo necesario, pero no puedo. No voy a invocar al “talento”, la “fortuna” o la “suerte”; los grandes personajes nunca necesitaron de ello ¿verdad? Solamente su trabajo duro, y todo resultó de una manera «extraordinaria».
Los que han logrado sus metas, los “exitosos”, sé que me dirán que todo fue gracias a su esfuerzo, que nada tuvo que ver algún factor “externo” o “místico”… Y sé que tendrán la razón.
Los que no han logrado sus metas, sé que me dirán que han dado TODO, que han luchado y se han esforzado mucho. Que han puesto toda su vida y toda su alma en ello, pero que no han contado con la “fortuna” o la “oportunidad” para transcender… Y sé que tendrán la razón.
Porque finalmente ambos la tendrán; el que ha logrado lo que quiere, no puede atribuírselo más que a él mismo. Y el que no ha conseguido lo que quiere, tampoco puede desmerecer su propio esfuerzo.
Solo sé que hoy, el sigue en el mismo lugar, tocando su guitarra, buscando un sueño que tal vez nunca suceda. La única diferencia… Es que ahora está solo.