Pausa

enero 8, 2020 0 Por Gabriel Soberanis

Primero quiero decir, LO LAMENTO. Siento dejar que mi pluma no escribiera por tanto tiempo; es una sincera disculpa a todos ellos. 1, 2 o 3, no importa que sean muchos o pocos; es decirle a todos aquellos que en algún momento han compartido un poco de su tiempo y unas líneas amistosas a eso que escribo.

Siento haberme apartado del camino y quedarme algún tiempo meditando debajo de un árbol o sentado en una piedra sin decir una palabra, pero sé que me entenderán. Me repugna, me da asco y me entristece en lo que se ha convertido esta forma de existir. Grandes “pensadores” y poetas que inundan las redes sociales, y que buscan con estrategias y campañas, los miles de “likes” e igualmente seguidores. Falsos e inertes seres que se venden como humanos muy profundos de un gran corazón, de la misma manera que aquellos que los siguen dando likes y comentarios, cuando en la vida real prefieren el mirar a sus dispositivos, que a los ojos de la gente.

Quien me ha leído y me conoce, sabe bien que esos “me gusta” y los falsos seguidores no importan para mí, sin embargo aún dudo que entiendan el por qué lo hago yo. Es dejar en este mundo unas líneas o un escrito que algún día a alguien le puedan servir. Es como ese “HOLA” que un extraño nos ofrece con una gran sonrisa y que nos acompaña en los días solitarios; es como esa mano en nuestro hombro que nos despabila cuando algún triste pensamiento nos quiere invadir. Solo eso, sin buscar su amistad o su idolatría.

Me he cansado de la falsa honestidad y de la hipocresía; el hablar del amor y los abrazos, pero rechazar y molestarse cuando uno dice que te quiere o que te ama. Porque es muy fácil “retuitear” los sentimientos, el decir que amamos y queremos que nos amen de verdad, aunque siempre sea lo contrario de lo que en realidad hacemos.

Por el momento me despido nuevamente; es solo que el recuerdo de esa chica que he amado tanto hoy me ha entristecido un poco más que de costumbre. Esa de hermoso corazón, que temiendo ser herida, prefirió la vanidad y la arrogancia, y entregarse a quien la complaciera, pero no a quien la amaba de verdad.

Finalmente y nuevamente yo les digo a esos: uno, dos o tres, que en algún momento me han regalado sus amables palabras, un poco de su tiempo o han agradecido lo que escribo, LO SIENTO. Buscaré que mi pluma ya no deje de escribir por tanto tiempo, esperando que algo de esto que escribo algún día les sea de utilidad.

Gabriel Soberanis